Algunas de ellas, de tan juntas, apenas dejan pasar la luz del sol e invitan al recogimiento. Otras, anchas y luminosas, nos conducen a la plaza de la Iglesia de San Sebastián, enmarcada por sus tilos centenarios.
La calle del río, la calle del molino, la fragua, el horno...Sus pisos empedrados os llevarán un siglo atrás, cuando el tiempo y las vidas se medían por los ritmos de la naturaleza.
La preciosa iglesia de San Sebastián
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